OPINIÓN:: Los conflictos sociales y la desesperanza aprendida

Vivimos tiempos en los que los conflictos socio-ambientales se han convertido en el principal obstáculo para el desarrollo de inversiones productivas en el Perú. Nuestro país ofrece condiciones económicas y legales inmejorables en la región. Sin embargo, los problemas socio-ambientales han puesto en riesgo el desarrollo de importantes proyectos de desarrollo y desaniman a potenciales interesados en invertir en el Perú.
A raíz de la problemática socio-ambiental, hemos identificado que en muchos casos nos topamos con que el problema de fondo es el de la “desesperanza aprendida”. Se trata de un concepto que explica por qué muchas veces la población no se muestra resuelta y activa en apoyar proyectos que los benefician y por qué más bien los ciudadanos -normalmente los más pobres y desinformados- caen seducidos por discursos violentistas que no les ofrecen sino la perpetuación de la pobreza existente. Lo que ocurre es que la gente está enferma de verdad. Es como la depresión y requiere tratamiento. Se trata de una enfermedad individual como social que termina limitando a nivel emocional y cognitivo a quienes se ven envueltos en ella.
La desesperanza aprendida es uno de los conceptos psicológicos más importantes de los últimos años. Es un estado de pérdida de la motivación, de la esperanza de alcanzar los sueños, una renuncia a la posibilidad de que las cosas salgan bien, se resuelvan o mejoren. La desesperanza aprendida es una enfermedad de gran potencia limitante. Puede decirse que quien la contrae pasa a un estado en el que se ven debilitados o extinguidos sentimientos como el amor, la confianza, el entusiasmo, la alegría y la fe. Quienes la tienen creen que no es posible modificar la realidad. Es una especie de frustración e impotencia constante y estable, donde se piensa que no es posible lograr una meta o solucionar una situación que se considera negativa.
Esta enfermedad la padecen muchos peruanos que no creen ni en los representantes del Estado ni en los de la empresa privada ni en los medios de comunicación ni en la iglesia e incluso ni en ellos mismos. Esto explica por qué la gente se opone y desconfía. Estas personas están seguras de que nada cambiará para ellos o que los cambios que se producirán en su entorno no los beneficiarán en nada. Es gente que se ha rendido ante la vida.
Martin Seligman, creador de una corriente psicológica conocida como “Psicología Positiva”, estudió a fondo este tema, y junto con su colaborador, Steven Maierm, realizaron una serie de experimentos que sustentan sus teorías. Los seres humanos pueden llegar a un punto en el que pierden su motivación, se ponen desanimados y se paralizan, además de resistirse aprender nuevos comportamientos.
Felizmente los expertos han llegado a la conclusión de que se puede superar la “desesperanza aprendida”, pero es necesario trabajar seriamente en ello. En nuestro equipo de trabajo hemos decidido ayudar a combartirla y estamos desplegando un enorme esfuerzo para convencer a las autoridades y a los responsables de las empresas de que si no resolvemos este problema de fondo que afecta a algunos sectores de la población será muy complicado llevar adelante inversión alguna. Establecer relaciones positivas con los stakeholders o ser socialmente responsables implica, en nuestra opinión, ayudar a combatir esta enfermedad.
El Ministerio de Salud, la Presidencia del Consejo de Ministros, los Departamentos de Asuntos Corporativos de las empresas, los organismos de investigación, y, en general, todos los interesados en que se superen estos problemas sociales que ocasionan violencia, pérdida de vidas humanas, de tiempo y de recursos, deberían estudiar más a fondo esta problemática y destinar los recursos que hagan falta para que la gente supere con éxito esta enfermedad. Solamente trabajando en la mente y en la salud de la gente y atacando problemas como el de la desesperanza aprendida, las empresas y el Estado podrán desarrollar los proyectos que tanta falta le hacen al Perú.
Por: Luis Alfonso Morey E.
Abogado y Media MBA
Consultor de la ONG FADRE – Facilitadores del Desarrollo Regional
A la gente común nos cuesta medir el desarrollo de un país o para hacerlo más simple el desarrollo de nuestra comunidad, o provincia, es imposible convencer a la gente de X comunidad de la sierra que su desarrollo esta en función a la inversión privada, si bien es cierto la empresa cumple con ciertos requisitos, el dinero dispuesto para mejorar la calidad de vida de estas personas es mal invertido, el gobierno debería de monitorear las obras realizadas y castigar la mal inversión del dinero. Otro problema es el discurso de los candidatos, un candidato no puede mentir donde le plazca, tiene que saber que en muchos lugares de la sierra no puede ir a prometer sino va a cumplir, aunque parezca mentira hay gente en la sierra para quienes la palabra vale mas que un papel firmado, fue uno de los errores de Alejandro Toledo, prometer cosas que jamas cumplio y podemos ver los resultados en las elecciones recientes. Otro problema es el incumplimiento de convenios firmados entre compañías y comunidades, es un groso error firmar un convenio e incumplirlo, hay muchas formas de negociar. y podría enumerar un sin fin de errores que no han evaluado y que sin duda ayudarían a mejorar las relaciones con las comunidades. Seamos consecuentes con nuestros valores, hagamos las cosas bien y obtendremos resultados positivos. Hay formas de convivir entre empresa y comunidad sin ver afectados los derechos de ambos, respetando la vida y la idiosincracia de los demás.